Descripcion

UNA MIRADA ENTRE A Y B

RAMÓN CONDE

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El evento

Fecha de evento

Desde el 12 de diciembre hasta el 11 de enero de 2020


Tipo de evento

Exposición de escultura y de dibujos


Horario de visita

De lunes a sábado de 12:00 a 14:30 h / 19:00 a 21:00 h

Domingos, festivos y fin de año cerrados


Inaguración

Jueves 12 de diciembre de 2019 a las 20:00 h

exposición de escultura y de dibujos

Viaje entre A y B

 

En Pontevedra realicé una única exposición hace ya muchos años. Y aunque hoy en día nos enteramos de la existencia de cualquier cosa por múltiples medios, la presencia física de mi obra es esencial.

 

Quiero mostraros una visión general de mi trabajo. Están, como no podría ser menos, algunas obras de gran formato, que es algo muy querido para mí. Me gusta que las obras nos intimiden con su presencia, que no sea solo un ejercicio intelectual su contemplación. Pero la mayoría son obras más pequeñas, más intimistas, donde la preocupación por el detalle es manifiesta.

 

Aparenta ser un lenguaje realista, pero no lo es. Al igual que el realismo del arte de las cavernas, el mío es un constructo mental. Pero al tiempo tiene tantos rasgos identificativos de la realidad, que nos hace creer en su realismo.

 

Mis personajes no pretenden representar el mundo tal como lo percibimos, sino su síntesis, como el lenguaje de los sueños. Son una condensación de sensaciones vividas, de deseos y de miedos de infancia.

 

Podríamos sintetizarlo en tres personajes. Las figuras gordas, las paternidades y los hombres fuertes. Cada una de ellas probablemente represente un nivel de profundidad emocional diferente. Creo que el más superficial son los hombres musculosos y las paternidades. Y el más profundo, los gordos. Desde el punto de vista onírico, estos personajes de hombre realizan acciones que es muy fácil verlas como la encarnación de un deseo. Realizan acciones que son identificativas con ellos. Las paternidades son el ejemplo más claro.

 

Los gordos poseen una semiótica más compleja. Representan emociones más antiguas en mi mente. Por ello son más entremezcladas, y la síntesis resultante lo refleja.

 

Como las imágenes de los sueños, donde el realismo de la escena soñada permite su deconstrucción y observamos la fusión de varias experiencias diferentes, lo mismo ocurre con estas obras. No siempre es fácil adscribirles un sexo, aunque evoquen una imagen femenina ni una edad, ya que cuerpos llenos de vigor en sus rostros denotan edad o un sexo diferente. Sus extremidades manifiestan fortaleza, que queda en entredicho por su torso. No suelen denotar pesadez, sino gran energía. Por otro lado, pese a su realismo, es fácil que nos evoquen nuestras montañas llenas de rocas graníticas, como es el paisaje de mi infancia, y que las podamos asociar con las diosas madre de nuestro Paleolítico.

 

Sería fácil preguntarse por qué admiramos obras artísticas que condensan experiencias tan personales. Y la razón es porque nuestras experiencias vividas se asemejan. Es fácil la identificación con la experiencia vital del otro. De ahí la frase nietzscheana: “nada humano me es ajeno”.

 

El lenguaje artístico, con su mezcla de emoción y razón es ideal para la comunicación profunda, aunque a veces sea difícil traducirlo a un lenguaje expresado en palabras. Pero está claro que no podríamos vivir sin él, porque sin esta comunicación nos sentimos sumergidos en nuestra soledad y eso es una sensación insoportable para nosotros. Por eso el arte existirá mientras exista nuestra especie. Estamos condenados a ello.

 

 

Colaboradores

Presenta

Antón Castro (historiador y crítico de arte)


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